¿Qué es lo que hace un buen vino?

El proceso de elaboración de un vino lleva un tiempo considerable, sobre todo si pensamos en buenos vinos. En el momento de elegir un vino debemos tener en cuenta algunos aspectos de este proceso, dado que serán precisamente ellos los que darán o no calidad a nuestro vino. Ahora bien, si no somos sommeliers expertos y queremos saber si el vino que pensamos comprar es o no de calidad, aquí te proponemos algunos puntos a tener en cuenta. Algunos de ellos pueden encontrarse en la etiqueta, otros requerirán de un poco de investigación

El primer punto a tener en cuenta es el tipo de suelo en el cual fue cultivada la vid. No siempre un suelo pobre o reseco es sinónimo de un buen vino, te sorprendería saber la cantidad de vinos excelentes que han sido cultivado en tierras extremadamente fértiles. Asimismo, la diferencia en el tipo de suelo dará como resultado una serie de características particulares a sus uvas. Así, por ejemplo, un suelo más del tipo arenoso dará vinos más ligeros que los cultivados en suelos terrosos. 

El tipo de uva es, sin lugar a dudas, uno de los puntos que más debemos tener en cuenta al momento de elegir nuestro vino. En los vinos tintos es fermentado tanto el hollejo como el mosto, mientras que, en los vinos blancos, sólo se fermenta la pulpa. Esto nos da la pauta de que el color en sí del vino proviene del hollejo. Por otro lado, el tipo de uva dará lugar a diferentes variedades de vino, y cada tipo de vino presenta unas cualidades particulares. Aquí, necesariamente deberemos probar para saber a qué variedad se ajusta más a nuestro paladar. También va a depender del tipo de comida que busquemos maridar. 

Cada vez más se experimenta a lo largo y ancho del mundo con nuevas variedades de uvas, así como cruces de distintas variedades, lo que da lugar a sabores realmente interesantes

Otro aspecto a tener en cuenta es el clima de la región en donde se ha cultivado nuestro vino. Por clima nos referimos a factores tales como la latitud, la humedad, si es zona de intensas lluvias, etc. Así, los vinos que presenten un sabor ligeramente ácido provendrán de climas más fríos. En cambio, los vinos más amables seguramente provendrán de climas más cálidos. Los cambios bruscos de clima pueden dar lugar a sabores diferentes a los esperados.

Dentro de ellos, las uvas se dividen en numerosas variedades, principalmente enmarcadas dentro de estas dos categorías, algunas son: tempranillo, garnacha, verdejo o albariño.

Otros de los puntos a tener en cuenta es el proceso de crianza, es decir dónde se estaciona el vino, en qué tipo de recipiente. El resultado final no será igual si el vino ha sido estacionado en una botella, en un tonel o en una barrica. El material del recipiente también influye, aportándole al sabor del vino diferentes matices. Este es algo que suele detallarse en la parte de atrás de la etiqueta, si fue criado en toneles de roble, por ejemplo. 

El tiempo de envejecimiento también incide, no es lo mismo un vino joven, que un vino de reserva, dado que, con el paso del tiempo, el sabor del vino se va modificando. 

Como hemos visto, la calidad de un vino obedece a un sinfín de factores diferentes. Al momento de elegir nuestro vino deberemos tener en cuenta el tipo de uva, la región de la cuál proviene, el año de cosecha, datos de crianza, etc. Pero al momento de la cata, lo que debe primar es la armonía y el equilibrio, si percibimos el alcohol por sobre el sabor, no se trata de un buen vino. Debe tener cuerpo, es decir que debe poder dejarse apreciar en el paladar su carácter. Lo fundamental es dar rienda a suelta a nuestros sentidos y dejar que, de a poco, se vaya educando nuestro paladar.